miércoles, 27 de febrero de 2013

CAPÍTULO IV. Política profética 1-IV

    - Calma, todavía estas muy excitado, mas es comprensible que busques respuestas. Tuviste suerte, te encontramos cuando fuimos a revisar uno de nuestros depósitos de agua. Estamos a unos sesenta metros por debajo del nivel de las cuevas. Esto es un refugio cuya construcción sufragamos tu padre y todos y cada uno de los habitantes de las villas vecinas al rancho donde éste se ubica. Este refugio tiene capacidad para albergar a unas diez mil personas, actualmente hay unas quinientas viviendo en él, nos refugiamos aquí cuando tuvimos noticias del atentado. Desde entonces hemos vivido bajo tierra.
    - ¿Mi padre?- Preguntó Damian sin salir de su asombro.
    - Sí, tu padre, durante años trabajó para un lobby de presión que dejaba su impronta en cada una de las decisiones del gobierno. Éste, constituido por gente poderosa e influyente, controlaba prácticamente al ejército y a los servicios de inteligencia. La fuente de su poder residía en que aquellos que lo formaban representaban a un conglomerado industrial y financiero que extendía sus tentáculos por todo el sistema productivo. Una decisión equivocada por parte de los supuestos representantes del pueblo suponía el desmantelamiento de industrias en una región y el consecuente desempleo y miseria de la gente que vivía en la misma. Tu padre aprovechó sus contactos para labrar un buen porvenir para su familia y ayudar a viejos amigos como yo. Tu difunto hermano, por ser el primogénito fue el llamado a heredar el puesto de tu padre dentro de aquel grupo, poco a poco fue introducido en aquella organización y una vez dentro de ella, accedió a información con la que no contaban el resto de los mortales. Fue así como descubrió que muchos de sus amigos murieron en el frente no por defender una causa justa, si no para que unos pocos se embolsaran millones de dólares. Quiso denunciar aquello y esto le costó la vida. Tu padre arrepentido por haber servido durante años a los asesinos de su hijo, les abandonó, no sin antes haber introducido en aquel círculo de privilegiados a tu otro hermano. Su silencio compró la vida y la ascensión social de Adam. Vino aquí y empezó a construir este refugio, crisis posteriores hicieron que se interesaran por el proyecto vecinos del rancho y con el aporte monetario y el trabajo de los mismos se construyó esto.
       - No te creo, ¿Un gobierno en la sombra? Es pura paranoia conspiranoide,- dijo Damian,- si bien es cierto que mi hermano me mencionó algo.- Añadió, nuestro amigo para si.
       - No te lo creas, pero es obvio,- le recriminó el médico- yo estudié medicina, antes de entrar en política, lo primero me incitó a hacer lo segundo. Cuando estaba en la facultad me aleccionaron sobre el valor que toda vida humana tiene, me inculcaron que nosotros los médicos, debíamos velar porque aquel no se viera mermado por el efecto devastador de la enfermedad. Esto nos convertía en el último bastión de defensa de la vida humana, nos dotaba de un poder casi divino para dar vida o muerte, nos elevaba sobre el resto del mundo convirtiéndonos en dioses hechos de carne. Sucumbiendo a la soberbia, me creí destinado a eliminar todas las enfermedades que afectan a la sociedad y entré en política. Llegué a senador gracias a tu padre, pero cuando ocupé mi escaño descubrí que al igual que nos es imposible a los médicos desterrar la muerte y mejorar la vida de muchos pacientes que padecen enfermedades crónicas, a los políticos que honradamente trabajan para cambiar la sociedad les es imposible mejorar la vida de los desposeídos puesto que los intereses económicos prevalecen sobre los intereses sociales. Muchas veces secundé propuestas para limitar la venta de armas, la proliferación de armas nucleares, el uso de energías limpias y no contaminantes, la elaboración de presupuestos más solidarios con los pobres y un largo etcétera de medidas provechosas para nuestros conciudadanos; pero si estas de alguna manera irritaban a los dueños del capital, difícilmente eran aprobadas. Senadores y congresistas siempre estaban en venta. Los que no se vendían, llevados por la lealtad hacia aquellos que habían sufragado sus gastos de campaña, zancadilleaban a aquellos que decidían ser leales a sus electores. A unos se les ofrecían cargos bien remunerados en grandes empresas, a otros se les compraba con regalos o sobres. Algunos eran coaccionados y otros simplemente desaparecían. Me vi frustrado e incapacitado para luchar contra un mal que esta impreso en los genes de la política, así que despojado de toda soberbia, decidí convertirme en el humilde médico que ves ante ti ahora. Por eso te digo que pensar que hay un gobierno en la sombra no es tan descabellado.
       - Pero si eso es cierto, por qué no dirigen directamente el país.
       - La respuesta es obvia, vivimos en un país democrático, el poder teóricamente pertenece al pueblo y este lo delega a sus representantes, a través del voto. Las elecciones legitiman al gobierno entrante a dictar leyes que pueden ser aprobadas o no. Si se ratifican nos obligamos a cumplirlas porque en teoría nosotros, el pueblo, nos las hemos impuesto. ¿Qué pensarías si estuvieras obligado a cumplir leyes que no han aprobado aquellos en los que teóricamente has delegado el derecho a autogobernarte?
       - Quizás no las cumpliera si creo que me perjudican.
       - Luego ya sabes porque estos individuos permanecen en la sombra.
       - ¿Crées entonces que esta gente sería capaz de atentar contra la vida de millones de sus conciudadanos?
       - Es interesante tu pregunta pero no tengo respuesta para ella. Sé que la ambición actúa como cualquier droga. Cuando consumes un fármaco o cualquier tipo de sustancia que crea adicción, tarde o temprano acabaras viviendo para satisfacer la necesidad de consumir dicha sustancia, eso pasa con la ambición; es como si intentaras llenar un pozo sin fondo, si esto te obsesiona, lo seguirás intentando llenar, aunque sea una empresa inútil e irracional. Mas creo que hemos hablado mucho por hoy, mañana continuaremos con esta conversación, intenta descansar.- Dicho esto, el médico dio la espalda a Damian y desapareció por donde había aparecido.
      

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